La trilogía de 50 sombras de Grey, de E. L.
James, parece ser que ha llegado hasta los rincones más insospechados del
planeta, incluso hasta aquí, la pequeña ciudad barcelonesa donde vivo, Rubí.
Curiosamente supe de esta autora y de su obra gracias a mi vecina que, asombrada,
me informó que el libro corría entre las trabajadoras del centro comercial
Mercadona y entre un público habitualmente no demasiado acostumbrado a leer.
Ese detalle me sorprendió, mucho, y el entusiasmo con el que hablaba hizo que
empezara la lectura de inmediato que, por cierto, se puede hacer
en línea. Además, el hecho de que se difunda de boca en boca ya es un
síntoma de que el libro tiene algo que aportar a este público, siendo un
excelente reclamo editorial que no necesita de demasiada presentación y es así
como quise comprobar qué era lo que hacía que se leyera con tanta devoción. El
libro se vende solo gracias a esta recomendación popular. ¿Qué es lo
que hace que esta obra haya despertado el interés de tantas y tantas mujeres en
el mundo? Esbozaré mi humilde opinión al respecto.
En primer lugar, el tratamiento que se hace de un tema aún tabú en nuestra
sociedad y del que se suele hablar poco en pareja, el sexo, teñido de un cierto romanticismo pero que es bien
explícito en detalles y que arrastra a una lectura rápida por la intensidad que va
adquiriendo a medida que la historia cobra vida. La novedad de las prácticas
sexuales señaladas, la incertidumbre de la sorpresa, del siguiente paso de ese
camino iniciático por el mundo del placer sexual desbordado, la excitación en aumento que se despliega a
través de las más de 400 páginas de este
libro, es su móvil principal. Las características de la relación entre Ana y
Christian son atractivas por lo inusual en las relaciones amorosas de nuestra
sociedad (o eso parece ser), sobretodo entre parejas estancadas en la rutina y
el aburrimiento: poder, sumisión, dependencia respecto al otro, juventud,
virginidad e inexperiencia, sadomasoquismo, dinero, materialismo desenfrenado,
indecisión, miedo, pasado misterioso son algunos de los subtemas abordados. Es la plasmación de lo que todas las
mujeres quieren tener aquí y ahora, el sueño no alcanzado por la mayoría,
aunque se cuestionen ampliamente los límites de ese deseo no solo por parte de
la protagonista femenina, sino también por las lectoras que muy seguramente no
ven creíble una relación así, o no con sus parejas actuales.
Que la novela se exprese en boca de la protagonista femenina es otro punto
que acerca esta trama a un público femenino más amplio debido a su identificación.
El YO es presente siempre. Ese «yo» indeciso,
temeroso, inexperto, hasta cierto punto frágil, que es el "yo" de cualquiera de nosotras, un "yo" en crecimiento y en constante
evolución, es el mismo "yo" de las lectoras. Que ese "yo" sea en ocasiones poderoso también, más
poderoso incluso que el "yo" misterioso del maestro-protagonista,
conlleva que el contrato de sumisión establecido entre ambos se vaya
dispersando y esa relación, quizá criticada por los sectores más feministas, se
vaya difuminando hasta adquirir un cambio quizá impredecible al principio de la
novela. El lado oscuro de las personas aflora constantemente, el misterio de un
pasado hosco se cierne sobre los lectores y da pie a ese incremento de la
excitación. Porque hay que decir que si la novela se integra dentro del género
erótico es evidente que su fin principal es transmitir las sensaciones que la
protagonista va experimentando, y ese es uno de los hilos que más involucra a
su lectura. Se tienen orgasmos leyendo la novela, sí, nos excitamos sobremanera
devorando sus líneas de tensión, y eso la hace irresistible. ¿No será un síntoma
claro de que en la vida real no funcionamos sexualmente? ¿No será que nos
morimos en el hastío, en la falta de dedicación sexual? ¿No será que aún no
somos libres de disfrutar y gozar del sexo como es debido? ¿No será que no nos "dejamos llevar" lo suficiente? El fenómeno de masas
parece revelar algo de eso, estoy segura. Hace falta una mayor educación en
sensualidad, provocación, seducción, espera del deseo y entrega. Las mujeres
queremos más, parece que digan esas lectoras ávidas de un amante Christian.
Pero queremos más y mejor, de más calidad, en el momento adecuado y con la alegría de la
sorpresa, de lo prohibido, de lo nuevo.
Este libro no está escrito para las mujeres. Son los hombres los que tienen
que aprender la lección o quizá ¿debería ser una lectura obligatoria hacerla en pareja?.